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jueves, 28 de julio de 2016

Los discursos que legitiman y reproducen el poder

La utilización política del lenguaje
Posted: 26 Jul 2016 07:46 PM PDT
Por: Antonio Acevedo Linares
La construcción social del orden, la realidad y la estructura del tejido social de la sociedad está mediada por los discursos que legitiman y reproducen el poder. El lenguaje tiene también una función de reproducción y legitimación del orden de las cosas existentes que ejerce una función de dominación en el imaginario colectivo de los individuos, crea estigmas con el que se designa las acciones, las cosas y los individuos, actúa como código de señalización de las ciencias y la disciplinas. Existe un control mental a través del discurso 1 en tanto que los discursos del poder restringen y modifican y hacen adaptar los comportamientos y formar las mentalidades.
El discurso como forma de interacción social es un acto que se desarrolla a través de los múltiples canales por donde se desplaza el discurso, creando relaciones de poder que dirigen y controlan la opinión pública. La interpretación del mundo social está mediada por estos discursos que ya codificados se reproducen en los distintos escenarios de la sociedad y comienzan a hacer parte, a través de un proceso de socialización, de la vida cotidiana de los individuos. Son discursos que procesados y codificados se instalan cómodamente en la mente y el corazón de los individuos, haciendo que lo que ellos representan, hagan parte y sean cosas naturales en sus vidas.
Los discursos de la publicidad tienen esa función y dispositivos. Son discursos que ya tienen una interpretación del mundo de la vida y representan un estilo de vida que se quiere mantener, legitimar y reproducir en la sociedad de consumo. Ahora bien, los discursos actúan como estigmatizadores ejerciendo un poder de discriminación y señalización que es otra de las formas de dominación y el control, actúa como una especie de ortopedia social donde a los individuos se les clasifica y rótula, esto es, se señala su comportamiento como algo patológico o sedicioso ya sea desde la esfera de lo clínico o lo político. Desde la perspectiva de una "cognición social " los discursos, decíamos con Iván Dijk, ejercen un control mental.
La interpretación del mundo, la realidad y las cosas por parte de los discursos que ya tienen una interpretación que subyace en ellos, crea un modelo mental que es una representación mental en la memoria. La interpretación en su proceso de descodificación origina nuevas significaciones que a su vez generan un nuevo modelo mental 2. En la interpretación de la realidad social los hechos que se silencian son otra estrategia de la interpretación, estrategias más refinadas de una interpretación que se camufla con su silencio y los hechos sociales que logran salir a la superficie son revelados bajo una interpretación mediada por los intereses ideológicos de los que realizan las estrategias de interpretación desde el poder. 
La neutralidad valorativa de la que habla Weber se ve violentada por la interpretación. El ejercicio del poder hace de sus discursos una estrategia de dominación y reproducción que garantiza la estabilidad y la perpetuación del orden existente. Los mecanismos sutiles e invisibles de los discursos estratégicos de la dominación y el control se reproducen en la escuela, en la fábrica, en la política, en la familia, en los mass media etc. Las estrategias discursivas originan una visión del mundo unidimensional que justifican las relaciones de poder que se dan en la sociedad en todos los órdenes y los ámbitos y, que actúan como transmisor de ideología. El poder se ha introducido en estas estrategias discursivas. El poder, lejos de estorbar al saber, lo produce 3.
Los discursos son instrumentalizados por el poder como aparatos de dominación y control, de normalización y medicalización a través de una disciplina del conocimiento donde se apoya con todo el peso del saber que esa disciplina proporciona. Ahora bien, los discursos en su ejercicio de interpretación del mundo social están articulados con el poder en la medida en que la interpretación es también otra de las estrategias del ejercicio del poder. La interpretación está articulada a sistemas de poder que la legitiman y reproducen. Se concibe la sociedad como una sociedad de mercado, de libre empresa y de clases como una sociedad legitima. Los poderes políticos y económicos se articulan dentro de esta perspectiva de la dominación del poder y, en ese mismo orden el conocimiento se legitima con los mismos enunciados. La escala de valores de la sociedad se interpreta bajo esos mismos dominios del discurso, y morir y vivir están igualmente enunciados los discursos en esa misma estrategia del poder.
Ahora bien, en otra perspectiva, los discursos tienen implícito en sus enunciados una interpretación de las palabras y las cosas. Las palabras tienen un significado que los contextos hacen violentar efectuando un cambio de significados. La utilización política del lenguaje por parte del poder deriva de una interpretación sesgada del mundo social. El lenguaje adquiere significados que esgrimen un discurso que enuncian la visión de los que ejercen el poder. Los significados se violentan desde la óptica de una interpretación que reduce los análisis a los intereses ideológicos de partido, iglesia o grupo social en conflicto. El significado de paz tiene una definición distinta interpretada desde el poder. Ocurre otro tanto con el concepto de guerra, igualdad o justicia social.
En el dominio del poder los significados del discurso tienen otra interpretación. En ese mismo contexto, los enunciados del lenguaje vehiculan valores, normas etc. que crean formas simbólicas, referentes, códigos de comportamiento y conducta sociales. El lenguaje cumple también una función de aconductar a los individuos y se configuran de acuerdo a los principios éticos y morales sobre los cuales descansa la sociedad. El lenguaje como discurso se enmarca también dentro de esas estrategias del poder. En la guerra como en la paz, la utilización política del lenguaje también es un arma ideológica con la que se combate al adversario; desprestigiándolo, satanizándolo, estigmatizándolo, y criminalizando sus movimientos y luchas sociales. El desarme de los espíritus también debe ser ideológico y mental en los procesos de diálogo para que sea transparente en la dimensión del reconocimiento político del otro, sin la cual no habría paz, porque la paz también se construye desde el lenguaje.
Referencias
1. Iván Dijk. Discurso y poder. Revista cuestiones. #10,1996
2. Ibíd.
3. Foucault, Michel. Microfísica del poder. Ediciones La Piqueta, España, 1979.

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