La utilización política del
lenguaje
Posted: 26 Jul 2016 07:46 PM
PDT
Por: Antonio Acevedo Linares
La construcción social del
orden, la realidad y la estructura del tejido social de la sociedad está
mediada por los discursos que legitiman y reproducen el poder. El lenguaje
tiene también una función de reproducción y legitimación del orden de las cosas
existentes que ejerce una función de dominación en el imaginario colectivo de
los individuos, crea estigmas con el que se designa las acciones, las cosas y
los individuos, actúa como código de señalización de las ciencias y la
disciplinas. Existe un control mental a través del discurso 1 en tanto que los
discursos del poder restringen y modifican y hacen adaptar los comportamientos
y formar las mentalidades.
El discurso como forma de
interacción social es un acto que se desarrolla a través de los múltiples canales
por donde se desplaza el discurso, creando relaciones de poder que dirigen y
controlan la opinión pública. La interpretación del mundo social está mediada
por estos discursos que ya codificados se reproducen en los distintos
escenarios de la sociedad y comienzan a hacer parte, a través de un proceso de
socialización, de la vida cotidiana de los individuos. Son discursos que
procesados y codificados se instalan cómodamente en la mente y el corazón de
los individuos, haciendo que lo que ellos representan, hagan parte y sean cosas
naturales en sus vidas.
Los discursos de la publicidad
tienen esa función y dispositivos. Son discursos que ya tienen una
interpretación del mundo de la vida y representan un estilo de vida que se
quiere mantener, legitimar y reproducir en la sociedad de consumo. Ahora bien,
los discursos actúan como estigmatizadores ejerciendo un poder de
discriminación y señalización que es otra de las formas de dominación y el
control, actúa como una especie de ortopedia social donde a los individuos se
les clasifica y rótula, esto es, se señala su comportamiento como algo
patológico o sedicioso ya sea desde la esfera de lo clínico o lo político.
Desde la perspectiva de una "cognición social " los discursos,
decíamos con Iván Dijk, ejercen un control mental.
La interpretación del mundo,
la realidad y las cosas por parte de los discursos que ya tienen una
interpretación que subyace en ellos, crea un modelo mental que es una
representación mental en la memoria. La interpretación en su proceso de
descodificación origina nuevas significaciones que a su vez generan un nuevo
modelo mental 2. En la interpretación de la realidad social los hechos que se
silencian son otra estrategia de la interpretación, estrategias más refinadas
de una interpretación que se camufla con su silencio y los hechos sociales que
logran salir a la superficie son revelados bajo una interpretación mediada por
los intereses ideológicos de los que realizan las estrategias de interpretación
desde el poder.
La neutralidad valorativa de
la que habla Weber se ve violentada por la interpretación. El ejercicio del
poder hace de sus discursos una estrategia de dominación y reproducción que
garantiza la estabilidad y la perpetuación del orden existente. Los mecanismos
sutiles e invisibles de los discursos estratégicos de la dominación y el
control se reproducen en la escuela, en la fábrica, en la política, en la
familia, en los mass media etc. Las estrategias discursivas originan una visión
del mundo unidimensional que justifican las relaciones de poder que se dan en
la sociedad en todos los órdenes y los ámbitos y, que actúan como transmisor de
ideología. El poder se ha introducido en estas estrategias discursivas. El
poder, lejos de estorbar al saber, lo produce 3.
Los discursos son instrumentalizados
por el poder como aparatos de dominación y control, de normalización y
medicalización a través de una disciplina del conocimiento donde se apoya con
todo el peso del saber que esa disciplina proporciona. Ahora bien, los
discursos en su ejercicio de interpretación del mundo social están articulados
con el poder en la medida en que la interpretación es también otra de las
estrategias del ejercicio del poder. La interpretación está articulada a
sistemas de poder que la legitiman y reproducen. Se concibe la sociedad como
una sociedad de mercado, de libre empresa y de clases como una sociedad
legitima. Los poderes políticos y económicos se articulan dentro de esta
perspectiva de la dominación del poder y, en ese mismo orden el conocimiento se
legitima con los mismos enunciados. La escala de valores de la sociedad se
interpreta bajo esos mismos dominios del discurso, y morir y vivir están
igualmente enunciados los discursos en esa misma estrategia del poder.
Ahora bien, en otra
perspectiva, los discursos tienen implícito en sus enunciados una
interpretación de las palabras y las cosas. Las palabras tienen un significado
que los contextos hacen violentar efectuando un cambio de significados. La
utilización política del lenguaje por parte del poder deriva de una
interpretación sesgada del mundo social. El lenguaje adquiere significados que
esgrimen un discurso que enuncian la visión de los que ejercen el poder. Los
significados se violentan desde la óptica de una interpretación que reduce los
análisis a los intereses ideológicos de partido, iglesia o grupo social en
conflicto. El significado de paz tiene una definición distinta interpretada
desde el poder. Ocurre otro tanto con el concepto de guerra, igualdad o
justicia social.
En el dominio del poder los
significados del discurso tienen otra interpretación. En ese mismo contexto,
los enunciados del lenguaje vehiculan valores, normas etc. que crean formas
simbólicas, referentes, códigos de comportamiento y conducta sociales. El
lenguaje cumple también una función de aconductar a los individuos y se
configuran de acuerdo a los principios éticos y morales sobre los cuales
descansa la sociedad. El lenguaje como discurso se enmarca también dentro de
esas estrategias del poder. En la guerra como en la paz, la utilización
política del lenguaje también es un arma ideológica con la que se combate al
adversario; desprestigiándolo, satanizándolo, estigmatizándolo, y
criminalizando sus movimientos y luchas sociales. El desarme de los espíritus
también debe ser ideológico y mental en los procesos de diálogo para que sea
transparente en la dimensión del reconocimiento político del otro, sin la cual
no habría paz, porque la paz también se construye desde el lenguaje.
Referencias
1. Iván Dijk. Discurso y
poder. Revista cuestiones. #10,1996
2. Ibíd.
3. Foucault, Michel.
Microfísica del poder. Ediciones La Piqueta, España, 1979.
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