Por: LUIS ALFREDO TAVERA ARGUELLO
De paso para Mogotes, mi pueblo natal, en estos primeros días de enero me detuve en la ciudad de San Gil con la idea de adquirir un par de libros; me dirigí a la librería que conocía pero me encontré con que la estaban desocupando y me comento su propietario que cerraban por que era imposible seguir, pues la venta de libros no daba para pagar arriendo, empleados y menos para vivir. Esto me hizo recordar que yo también lo viví, durante 27 años; me dedique a la venta de periódicos, revistas y libros y después de tanto tiempo tuve que cambiar de oficio.
Dicen los escritores y editores que lo que ocurre es que la gente en Colombia no le gusta leer; yo no creo que esto sea totalmente cierto, lo que pasa es que la gente no puede pagar los altos costos de los libros, hoy en día el precio de cualquier libro oscila entre los $50.000 y $80.000.
En mis últimos días como librero, rebuscándome para vivir, tuve la oportunidad de viajar por las pequeñas ciudades cercanas a nuestra capital santandereana, haciendo “ferias del libro” de la calle 42; quienes antes vendían libros en las casetas de la 15, llevábamos libros muy económicos y los vendíamos a precios entre los $5.000 y $10.000 y puedo dar fe que en pueblos como Ocaña, San Gil, Socorro, Málaga , hay muchos lectores, y los profesores aprovechaban para que sus alumnos leyeran buenas obras y poder actualizarse en las mismas, cambiando sus viejos libros y adquiriendo unos nuevos a precios muy económicos, ya que en estas pequeñas urbes prácticamente no hay librerías.
Desafortunadamente las autoridades municipales no volvieron a dar los permisos necesarios para realizar estos eventos en sus parques argumentando que el espacio público no se podía prestar para ventas. De esta manera no se pudo volver a realizar estar ferias para vender libros.
Lamentablemente estas autoridades niegan espacios a la literatura y desconocen la ley de la cultura que promulgo el expresidente Belisario Bentacour en su mandato en la cual se dictan normas para la publicación y promoción de libros y eventos culturales exhortando a los mandatarios a impulsar eventos y ferias del libro donde se facilite la adquisición de los mismos a bajos costos a los ciudadanos, facilitándoles adquirir conocimientos y cultura general y aun así no lo hacen; pero eso si son muy eficientes para autorizar bazares, fiestas y demás eventos en los espacios públicos donde haya música, trago y riñas y hasta muertos.
En alguna ocasión en que se nos negó un permiso veía como en el mismo lugar que se nos negaba a nosotros, se autorizaba la venta de trago para una fiesta en la que hubo varias peleas, como heridos.
En Bucaramanga se hacían dos ferias populares del libro en el parque Santander y la plaza Luís Carlos Galán. Allí se invitaban las librerías de Bucaramanga, se traían libreros de Bogota, quienes traían muy buenos materiales a bajos costos; esto se hacia porque en el acuerdo que se hizo para desocupar el espacio publico de la 45 en donde estaban las casetas. En esa época que se vendían libros y se hizo el traslado a la calle 42 con Cra 14, el gobierno municipal, encabezado por el doctor Carlos Ibáñez Muñoz, se comprometieron a dar permiso 2 veces al año para estos eventos, pero los nuevos mandatarios desconocen el compromiso y niegan este permiso para realizar estos eventos culturales por lo cual no se ha podido volver a realizarlos.
Actualmente la UNAB realiza una feria del libro en sus instalaciones; allí traen grandes personajes, escritores y buenas obras y sabemos que esto es un gran esfuerzo. Gracias y felicitaciones, pero por lo apartado de sus instalaciones y el costo de las obras, solo tienen acceso las personas de buenos recursos y los de estratos 1, 2 y 3 quedan huérfanos de estos eventos y sin la posibilidad de adquirir un buen libro.
Todos los días vemos cerrar librerías y los que se deciden a abrir una tienen que luchar tenazmente para no desaparecer. Mi voz de aliento a estos quijotes que aman los libros y que prefieren arriesgar su poco patrimonio para no tener que ver sacar sus estantes y libros de sus locales para poner allí Internet, venta de pollo o lo que es peor tabernas y bares.
Ojala que el futuro alcalde de Bucaramanga y municipios cercanos sí quieran los libros y la cultura, no solo como negocio si no que apoyen estos eventos culturales para el pueblo, pues no se puede comparar el placer de tener en las manos un buen libro que se puede leer en el parque o en cualquier parte, a estar estático frente a una fría pantalla de televisión. Debemos recordar que la lectura es la base de la cultura y un pueblo sin cultura es arrogante, intolerante y agresivo y limita sus posibilidades de progreso.
Los libros no deben ni pueden morir………
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