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viernes, 20 de abril de 2007

La Iglesia abolió una de sus teorías más polémicas



Se trata del lugar al cual estaban destinadas las almas de niños muertos sin bautismo, según consta en un documento de la Comisión Teológica Internacional aprobado por el papa Benedicto XVI y publicado hoy



El documento sostiene que el concepto tradicional de limbo, referido al lugar donde según la fe católica los niños sin bautizar viven eternamente sin comunión con Dios, "refleja una visión excesivamente restrictiva de la salvación".

La abolición del limbo, una idea que no formó parte de la doctrina católica y tuvo el valor de proposición, no es un hecho teórico sino un "un problema pastoral urgente", ante el incremento de la cantidad de niños muertos sin bautismo, añadió el texto en una clara referencia al aborto.

La misericordia de Dios, consideró el documento, "quiere que todos los seres humanos sean salvados", y la Gracia se impone sobre el Pecado, por lo cual la exclusión de niños del Paraíso no refleja el amor de Cristo.

La Comisión Teológica Internacional tenía en discusión el documento desde 2004, cuando era presidida por el actual Pontífice, el alemán Joseph Ratzinger.

El presidente de la Comisión, cardenal William Levada, le presentó el 19 de enero pasado el documento a Benedicto XVI, quien lo aprobó y autorizó su publicación, informó la agencia italiana ANSA.

Según la fe católica, el bautismo borra el pecado original en el camino de la salvación, por lo cual el limbo, palabra que significa borde o frontera, fue concebido como un lugar donde permanecían las almas sin anulación de esa instancia de culpabilidad inherente a la existencia.

El texto de 41 páginas lleva el título "La esperanza de la salvación para los niños que mueren sin ser bautizados" y fue elaborado por la Comisión, de 30 miembros. "Nuestra conclusión es que muchos factores que hemos considerado dan serias bases teológicas y litúrgicas a la esperanza de que los niños muertos sin bautismo sean salvados y gocen de la visión beatífica", sostuvieron los expertos.

La Iglesia había dejado de lado el concepto de limbo, pero la transmisión de la doctrina no tenía resuelta la forma de definir el destino de las almas sin bautizar y, al mismo tiempo, sin comisión de pecado.

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